La cocina de Barcelona se remonta a los orígenes de la ciudad. Barcelona, como ciudad portuaria, ha recibido en su cocina influencias de todas partes a lo largo de su historia milenaria.
La interacción con otras culturas ha conformado un ideario gastronómico propio, forjado en la fusión y adaptación a los gustos locales de los nuevos productos llegados del extranjero. Primeramente, serían los griegos y después los romanos, quienes nos hicieron llegar olivos, verduras y especies de oriente. En la Edad Media, el Consulado de Mar estableció nuevas leyes de transporte y comercio marítimo, permitiendo la llegada de nuevos productos que contribuyeron a construir esta cocina nuestra, propia y nacional.
Durante 300 años la cocina de Barcelona fue la cocina culta y dominante en todos los reinos europeos y la primera en publicar un libro de recetas.
A partir del siglo XIX, con la ‘Renaixensa’, la cocina se vuelve más europea, con influencia de cocinas asiáticas y la incorporación de productos venidos de América, como el chocolate, el tomate y las judías, entre otros, que harán que los platos se enriquezcan con nuevas técnicas culinarias.
A lo largo del siglo XX la cocina de Barcelona continúa evolucionando con la aportación del maestro Ignasi Domènec, que ordena la cocina popular y recopila la cocina tradicional.
Es a partir de 1980 cuando se inicia una gran revolución gastronómica y Barcelona no queda fuera. Aparece una nueva cocina catalana creativa mientras se reafirma la cocina tradicional, haciendo de nuestra gastronomía una referencia mundial.
A partir de entonces Barcelona ha sido el epicentro de la revolución gastronómica.